Panem et circenses.

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Desde un modesto trono de cojines estampados y mantita de felpa, clavo mis ojos en la luminosa y sonora caja tonta que tengo enfrente. Me siento cómodo y protegido, tengo un café en la mano, y un invento soberano de escasas dimensiones, que me permite variar el contenido de la caja tonta con un simple gesto de uno de mis dedos, sin tener que moverme de mi lugar de confort.Y enfrente de mi, tropecientos canales de diverso contenido que aportan a mi vida mayor calidad pues tengo la opción de elegir si quiero ver series policíacas, novelas rosas, telediarios 24 horas, reportajes de animales en África, y un sinfín de opciones que abarcan casi todas las idiosincrasias posibles.Soy un ser privilegiado y puedo elegir qué cadena me informa y me da los datos, pudiendo otorgarle a unas sí ya otras no, la credibilidad que yo pueda pensar que tienen.Deslizando mi dedo por ese pequeño rectángulo que me otorga el poder de elegir sin el menor esfuerzo, voy visualizando una a una las opciones, descartandolas poco a poco, ora porque está comprada por el Gobierno, ora porque es demasiado chabacana para mí, ora porque no me caen bien los tertulianos... hasta llegar a la que me satisface y coincide generalmente con mi indignación, mi criterio político y mi gusto estético. Una vez inmersa en esa lujuria de datos que me aportan personas que me inspiran confianza pero a quienes no conozco de nada, me relajo y me dejo llevar por el cariz que toman cada una de las conversaciones que reproducen. Llueven datos que desconocíamos y aportan criterios y opiniones. Mi ego comienza agrandarse a medida que esos datos forjan una imagen cada vez más clara de lo que realmente está sucediendo, me envalentono y posteo en Internet mi indignación con la actitud y vehemencia de aquel que cree que es el único que conoce la verdadera y auténtica realidad de la situación. Comparto para que sepan mi opinión y rebato con aquellos que no están enteramente de acuerdo conmigo, les aporto datos que creo que sólo poseo yo, o utilizo el humor para darle más énfasis a nuestro problema.Me levanto a por otro café y vuelvo a mi zona de confort, me siento más implicado en la realidad que nos atañe y espero a ver cuántas aprobaciones de dedo levantado recibo y cuáles son las opiniones de quiénes me leen. Cuanta más reacción provoco más reconfortado me siento.Aunque son más de las 20 me bajo a la tienda de abajo porque sé que abre hasta las 22, y me compro un pack de cervecitas, satisfecho.Como ya he cumplido con mi misión desde mi sillón, me dispongo a ver una de las películas que me ofrecen esa inmensa variedad de canales que tiene mi tele. tengo para elegir La Jungla de Cristal 2, Xmen, una española de Alfredo Landa, y una sentimental de esas que están llenas de secretos y dramas familiares. Opto por la primera, que después de tanta realidad desagradable necesito un poco de exageración que me distraiga de mi frustración por el estado político, social y económico de mi país. Palomitas, cervecita, calefacción y mantita, sofá cómodo  y un mando que me otorga el poder de la selección. Con Bruce Willis este país no estaría cómo está, poco a poco mientras me voy viendo inmerso en la película se me va olvidando que Urdangarín no va a entrar en la cárcel, pese a sus desfalcos. ...  y mientras tanto... ... en otro punto del país...alguien aprueba un nuevo decreto......y el capullo de Urdangarín sin entrar en la cárcel. NOTA: creemos que podemos elegir la información, y que la que recibimos es la correcta, pero creo que hoy en día, tal y como están las cosas, para tener una información real hay que recabarla in situ y no fiarse ni mucho menos ni de la tele ni de las redes en el mayor de los casos. Cuando una noticia copa  todas las cadenas... es que está tapando algo que requiere de mayor clandestinidad para suceder. Pan y circo. Nos dan un espectáculo con el que entretenernos y que nos mantiene distraídos de otros temas de los que prefieren se sepa menos o nada. Cabezas de turco, personajes que son piezas que conviene tirar en un momento dado. Del iceberg que tumbó al Titanic, sólo nos dejan ver la sombra que deposita en las olas, el minúsculo pico que sobresale del agua.

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